Biografía:
Q.·. H.·. José de San Martín
Trazados de la R.·. L.·. Lautaro 197:
La Masonería como Valor Espiritual
Laicismo:
El Laicismo Significa un Despertar de la Consciencia Humana,
un Nuevo Nivel de Consciencia Social
Principios:
Obligaciones de un Masón
Minuto Masónico:
¿Cuánto Cuesta ser Masón?
Para nosotros los masones, las fiestas solsticiales tienen una profunda significación filosófica.
Los solsticios representan el eterno contraste de la luz y la oscuridad, de la vida y la muerte y el eterno renacer de la creación, donde nada puede ser destruido, solo transformado en los tres estados naturales, sólido, líquido y gaseoso, es el ave fénix que siempre renace de sus cenizas.
Los solsticios representan la armonía cósmica, que permite observar, año tras año, como se cumplen con asombrosa regularidad, de acuerdo a las leyes físicas de su relación con la tierra, prolonga los días o las noches, haciendo que la naturaleza cumpla inexorablemente sus ciclos biológicos.
Astronómicamente, los solsticios se realizan cuando el sol se encuentra cruzando el Trópico de Cáncer (verano), haciendo que los días sean más largos, en el hemisferio boreal, ocurriendo todo lo contrario en el Trópico de Capricornio (invierno), en el hemisferio austral.
Para él hombre, el invierno es como la incomprensión, la deslealtad, el halago de los mediocres, el acomodo, la crueldad de los ambiciosos y el descaro del intolerante para defender su obsesión. Sabe que su convivencia con la naturaleza no es fácil, pero es bastante más difícil su relación con la destrucción, la opresión, la injusticia y la desigualdad humana.
En primavera, en cambio, trae la serenidad, porque la naturaleza renace con todo su esplendor, el sol retoza amablemente entre los valles y montañas, permitiendo a toda forma de vida vegetal reverdecer y florecer, llenando el mundo con pinceladas de múltiples colores y agradables aromas.
Nos permitimos observar desde nuestra pequeña concepción cósmica como el supremo regulador de la vida, luego de hacernos padecer sus inclemencias, nos permite convivir con la brillante renovación de la vida. Las aves construyen sus nidos, las abejas producen su mejor miel, las bestias se aparean, haciendo posible la perduración de su especie; es así como comprendemos que lo vivido es una dura pero necesaria experiencia, su razón hace que pueda superar con coraje sus miles de limitaciones y defectos y los desafíos de lo sobrenatural. Comienza a sentir el ser humano los signos de dignidad que le son consustánciales, encuentra los valores éticos del ser racional que le son ineludibles e irrenunciables, le reconforta saber que puede compartir su espíritu individualista con su hermano hombre y lograr juntos una sociedad solidaria en sus necesidades e ideales. La primavera hace florecer en su interior la fraternidad que nos permite entregar a nuestro hermano hombre, respeto, justicia, lealtad, tolerancia, desarrollo cultural, crítica y halago con sentimientos de perfección y para que el hombre puede disfrutar de todas estas cosas maravillosas, el último día de la primavera es el más largo del año, excelente lección del G.·.A.·.D.·.U.·., ofreciéndonos con grandeza las cosas buenas para que las disfrutemos en extenso.
Al celebrar el solsticio de verano nos recuerda que es momento de cambios, hagamos, pues, que el solsticio que celebramos nos haga sentir la perfección con que el G.·.A.·.D.·.U.·. hace sus cosas, alimento de nuestro espíritu, a fin de que se convierta en semilla de la fraternidad, la misma que caída en terreno fértil genera un frondoso árbol, cuyas ramas se extiendan como amparo para nuestro hermano hombre, ávido de alimento corporal y espiritual, sediento de justicia y de libertad, inquieto para lograr el respeto a sus ideas, buscador incansable de un centro de unión en el que reine la tolerancia para los conceptos religiosos, políticos, de cultura o nacionalidad.
Es pues en verano que, con la plenitud de la luz, que se maduran los frutos, como a nosotros nos hacen madurar en ilustraciones y conocimientos las enseñanzas de nuestra madre logia.
El masón debe evaluar los factores de la naturaleza que influyen en su vida para que en el esfuerzo de conquistar nuestra naturaleza humana hallemos en aquello que nos brindan los medios, la fortaleza suficiente con la que superemos las dificultades de nuestra existencia.
Cuando niños aprendemos por instinto a caminar, a hablar, a dormir y despertar, pero necesitamos de nuestra madre para alimentarnos y gozar confortablemente en su regazo.
En la juventud, apasionada, agresiva, reformadora, irrespetuosa, rebelde, impulsiva, de vida en plena libertad, sin ataduras a los conceptos y a las formas, hacemos en ella la idealización de nuestros actos, procurando que el mundo sienta la necesidad de cambiar, si es a nuestro modo de pensar mucho mejor.
Cuando adultos, se van formando nuestros pensamientos, ideas y nuestro propio carácter, dejando de lado el idealismo fácil y placentero, buscando y encontrando que la renovación es vida, o que la vida es renovación, dándonos a entender que debemos devolver siempre el beneficio recibido. La dedicación y afecto de los que amamos serán siempre un norte de nuestras acciones, devolviendo ternura, instrucción, reconocimiento y respeto a cuantos nos rodean, logrando, de esta forma, el equilibrio emocional propio de la adultez.
Que este nuevo solsticio, que éste cambio que hace la naturaleza, nos haga meditar en la necesidad de reactivar nuestra voluntad de renacer, que nos haga reflexionar en la necesidad de compartir el alma, cual semilla de fraternidad, que nos repitamos cada día que cada ser humano requiere ser levantado de sus desgracias.
Hermanos, la tiniebla más breve y el día más largo llega en la cita habitual, el verano se abre esplendoroso pleno de sol y de esperanzas y tenemos la certeza que todo hombre tiene el derecho que lo saquemos de la infamante tumba donde lo han postrado el egoísmo, la ambición, la traición, la felonía y la hipocresía.
Cuando llegue el próximo solsticio y nos recuerde que cada día debemos poner lo mejor de nosotros mismos en procura de ser mejores HOMBRES DE BIEN, libres y de buenas costumbres, para que nadie diga que hemos trabajado en vano.
http://www.masoneriavasca.info/content/view/109007/LOS-SOLSTICIOS.html
¡Feliz Solsticio para todos los QQ.·. HH.·.
Masones, sus familias y amistades!
S.·. F.·. U.·.
NUESTRO VISITADOR
Q.·. H.·. LOUIS HECTOR BERLIOZ
Louis Hector Berlioz (La Côte-Saint-André, Francia, 11 de diciembre de 1803 – París, 8 de marzo de 1869) fue un compositor francés y figura destacada del romanticismo. Su obra más conocida es la Sinfonía fantástica (estrenada en 1830). Berlioz fue un gran orquestador y la influencia de su música fue extraordinaria.
Berlioz nació en Francia en La Côte-Saint-André, entre Lyon y Grenoble. Su padre era médico (fue un aficionado a la acupuntura) y envió al joven Héctor a París a estudiar medicina. Berlioz quedó horrorizado por el proceso de disección y a pesar de la desaprobación de su padre, abandonó la carrera para estudiar música. Asistió al Conservatorio de París, donde estudió composición y ópera, quedando muy impresionado por la obra y las innovaciones de su maestro Jean-François Lesueur.
El movimiento romántico.
Rápidamente se sintió identificado con el movimiento romántico francés. Entre sus amigos estaban los escritores Alejandro Dumas, Victor Hugo y Honoré de Balzac. Más tarde, Théophile Gautier escribiría:
Me parece que Héctor Berlioz, con Victor Hugo y Eugène Delacroix, forman la Santísima Trinidad del arte romántico.
Se dice que Berlioz había sido un romántico innato, que experimentaba intensas emociones desde la más tierna infancia, por ejemplo cuando leía pasajes de Virgilio, y más tarde en una serie de aventuras amorosas.
A los 23 años se enamoró de la actriz irlandesa shakesperiana Harriet Smithson.
A Smithson las cartas de Berlioz le parecieron tan exageradamente apasionadas que lo rechazó por completo. Sin embargo, fue la musa inspiradora de la sinfonía que Berlioz estaba preparando en esa época.
En 1830, esta Sinfonía fantástica generada por esas emociones fue considerada «asombrosa y vívida», pero Smithson no quiso asistir al debut en París. En aquel momento la naturaleza autobiográfica de esta obra de música programática (que requería que los oyentes leyeran un folleto con su «argumento» antes del concierto) se consideró con justicia sensacional e innovadora.
En 1830 (el mismo año del debut de la sinfonía) Berlioz ganó el Premio de Roma, la beca más importante del mundo de la música.
Debido al rechazo de Smithson, Berlioz se unió sentimentalmente a Marie Moke. Pero este romance fue terminado abruptamente por la madre de Moke, quien la casó con el pianista y fabricante de pianos Camille Pleyel.
Berlioz, que en esa época ya estaba becado en Roma, planeó cabalgar hasta París, disfrazarse de sirvienta doméstica, matar a Moke, a su madre y a su novio pianista y suicidarse. Llegó a viajar un par de miles de kilómetros hasta Niza, hasta que fue persuadido de abandonar la idea.
Retorno a París y primer matrimonio Después de su retorno a París —luego de dos años becado estudiando ópera italiana en Roma—, se enteró de que Harriet Smithson finalmente había asistido a una presentación de la Sinfonía Fantástica. Ella rápidamente se dio cuenta de que era una clara alegoría de las apasionadas cartas que Berlioz le había escrito. Pronto se casaron, pero pocos años después, desilusionados, se separaron.
Durante su vida, Berlioz fue más famoso como director de orquesta que como compositor. Periódicamente daba ciclos de conciertos en Alemania e Inglaterra, donde dirigía óperas y música sinfónica, tanto suya como de otros compositores.
Varias veces se encontró con el compositor y virtuoso del violín Nicolo Paganini. De acuerdo con las memorias de Berlioz, Paganini le ofreció 20.000 francos después de haber visto una representación en vivo de Harold en Italia obra basada en el Childe Harold (Pequeño Aroldo) de Byron. La idea era que Berlioz le vendiera esa obra (una sinfonía concertante para viola) para que Paganini la pudiera tocar como propia.
Hector Berlioz falleció en París el 8 de marzo de 1869. Está enterrado en el cementerio de Montmartre con sus dos esposas, Harriet Smithson (+ 1854) y Marie Recio (+ 1862).
(Muchos otros músicos de renombre han sido Masones, entre ellos: I. J. Pleyel, Felix Mendelssohn, Bartholdy, Nicolo Paganini, Giacomo Meyerbeer y John Philip Souza, entre los clásicos).
Columna de la Armonía
Louis Hector Berlioz – Sinfonía Fantástica, Op. 14.
Orquesta Sinfónica de San Francisco
Dirección: Pierre Monteux
Año de Grabación: 1951
Licencia: Dominio Público 1.0.
© 2010 – 2014
R.·. L.·. Lautaro Nº 197, Or.·. de Caracas, Venezuela.
Descargo de Responsabilidad
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