La Laicidad en la forja del Estado Republicano

Prof. Víctor Rodríguez Otheguy

Respecto a si la laicidad debe ser una cuestión de Estado, centra el debate, en los justos términos, pues la laicidad como concepto, es el espacio público o ágora que permite la libre manifestación de las ideas políticas, filosóficas y religiosas en igualdad de condiciones. En ese entendido, es el Estado laico el que crea las condiciones para la libre manifestación de las ideas sin condicionamientos de ninguna naturaleza.

El laicismo, como corriente filosófica que promueve precisamente la libertad de expresión más amplia, en puridad surge en el siglo XVIII, de la mano del racionalismo filosófico –corriente que le atribuye a la razón la posibilidad de desentrañar a través de la contrastación empírica, las diversas interrogantes que desde el fondo de los tiempos perturban a la humanidad-, del liberalismo en sus dos corrientes –la conservadora o tradicional y la progresista- y del republicanismo. Todas estas vertientes del pensamiento “ilustrado” contribuirán en mayor o menor medida al desarrollo tanto de la teoría laicista, como a brindarles herramientas prácticas a los activistas que en la arena política bregaron por la consecución del Estado laico. El laicismo y la laicidad remitía, en sus orígenes, sólo a la ideas de carácter religioso, extendiéndose, ya en el siglo XX, también a las filosóficas en general y a las políticas. De acuerdo a ello, «en la sociedad laica tienen acogida las creencias religiosas en cuanto derecho de quienes las asumen, pero no como deber que pueda imponerse a nadie. De modo que es necesaria una disposición secularizada y tolerante de la religión, incompatible con la visión integrista que tiende a convertir los dogmas propios en obligaciones sociales para otros o para todos. Lo mismo resulta válido para las demás formas de cultura comunitaria, aunque no sean estrictamente religiosas». (Sabater, 2004)

La laicidad permite la libre manifestación de las ideas políticas, filosóficas y religiosas en igualdad de condiciones. En ese entendido, es el Estado laico el que crea las condiciones para la libre manifestación de las ideas sin condicionamientos de ninguna naturaleza.

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