Q.·. H.·. M. Hernández.
R.·. L.·. Lautaro 197. Or.·. de Caracas, Venezuela.
RESUMEN
Al igual que la masonería, cual origen se asocia en muchos casos con alegorías atribuyendo su nacimiento a “la noche de los tiempos”, la música ha sido suscitado misterio para los primeros pueblos y pensadores que han querido definir su origen.
Según la mitología griega, La música es el arte de las musas (mousike), las cuales son hijas del dios mitológico griego Zeus y de Mnemósine (Memoria). Las musas son las diosas del ritmo y del canto. Pitágoras de Samos (569-475 a.C.) fue un filósofo y matemático griego que contribuyó significativamente en el avance de la matemática helénica, la geometría y la
aritmética, derivadas particularmente de las relaciones numéricas, y aplicadas tanto a la teoría de pesos y medidas, como a la teoría de la música y astronomía.
Desde los inicios de la civilización de la humanidad, la música ha formado parte fundamental de los diversos rituales esotéricos del hombre. La masonería, también utiliza la música y el mundo de los sonidos (rítmicos y melódicos) para dejar huellas imborrables en todos nosotros. Prueba de ello, es el mismo ritual de Iniciación, en el cual el Recipiendario “escucha” su primer contacto con los miembros de la Logia.
Para reafirmar la importancia de la música en la masonería, basta con mencionar que en 1723, dentro de la edición de las Constituciones de Anderson, ¡se encuentran varias piezas musicales!:
- El canto del Maestro
- El canto del vigilante
- El canto del compañero
- El canto para la recepción de los aprendices
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